Homenaje a la Sra. Chicha

Ella bajó la mirada y se concentró en sus manos.

Esas manos ya pequeñas de tantos años que pasaron, sin huellas por los químicos de las pinturas, dobladas por la artitris, pero dolidas por la vida.

Había pasado toda la vida tratando de hacer lo que se esperaba que hiciera, estudió, se caso, trabajó, fue madré, maestra y hasta directora.

Cuando nadie la juzgaba me contaba las histarias de su vida que la hicieron feliz.

Me cantó canciones ordinarias y hasta provocadoras para su época.

Pero en sociedad siempre fue "la Sra.Chicha". Respetada por su seriedad, por su profesionalismo y por esas obras maravillosas que escondían aquello que nadie sabía.

Ella era feliz robando espárragos al costado de la vía, cuando nadie la veía, cuando todos dormían la siesta.

Ella era feliz pintando lo que se le venía en gana y no aquello que le imponían. Y cuando le exigian una pintura con ciertas características, pintaba una naturaleza muerta, bien muerta.

Hay cosas que se llevan en la sangre, que ni las imposiciones sociales nos pueden quitar, y así será siempre, cuando la pongan en penitencia en el almacen será feliz comiendose los salames en vez de preocuparse por el castigo.

Ella supo ser feliz a su manera, aunque hoy poco lo recuerde.


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